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Paranoia escrita el 27 camino de Madrid desde Córdoba

Hubo una chica que trabajaba la noche. A ella no le gustaba, pero era la única forma que tenía para sobrevivir ya que era huerfana y no conocía a ningún familiar.
Cierto dia, un cliente la pregunto que por que no se buscaba otro empleo, que ella podía tener acceso a cualquier cosa que se propusiese, ya que era bastante bonita. Tenía una tez oscura enmarcada por su largo pelo y unos ojos azul cielo que iluminaba su rostro.
Ella, al oir las palabras de aquel desconocido se empezó a reir, pues no le creía absolutamente nada. Ella le dijo que si valiese todo lo que él creía Dios no la habría dejado acabar en esa situación. Él respondió que Dios no tenía nada que ver, que eran las propias personas las que cometían las injusticias del mundo, como la suya.
El chico era joven y no era muy agraciado. Tenía una cicatriz bastante fea y grande, que practicamente le cruzaba toda la cara en vertical. El caso es que Juan estaba enamorado de Rebeca. Se prendó de ella en el mismo instante que los dos grandes faros azules le miraron fijamente. Los sentimientos de Juan eran sinceros y deseaba la felicidad de ella sobre todas las cosas.
Tan grande era su amor por ella, que la escribió una carta, en ella le ofrecía un puesto de trabajo en su empresa, con un buen sueldo. Se la llevó en mano. Rebeca se pensó que lo había hecho por compasión y le dijo que se fuera, que no quería volver a verle por allí. Juan la miró, se dió la vuelta y se marchó.
A los pocos dias, Rebeca recibió otra carta. Esta vez no era de la empresa, el remitente estaba en blanco. Al ver el sobre, se detuvo unos instantes. Dudaba en si abrirlo o no. Las manos le temblaban inexplicablemente.. Al final se decidió a ver su contenido. Empezó a leer y poco a poco sus ojos se fueron llenando de lágrimas.
En el escrito, Juan la pedía perdón por amarla tanto y querer ayudarla. Decía que no era por compasión lo del trabajo, sino porque deseaba lo mejor para ella. También la pidió perdón porque en el momento en que acabara de escribirla, se quitaría la vida, ya que sin ella nada tendría sentido para él. Rebeca al terminar de leer, rompió a llorar con más intesidad y con mucha rabia. El motivo de esa rabia, era que ella estaba enamorada de Juan, solo que pensaba que el no se fijaría nunca en ella. Al final de la carta, Juan la pedía que abandonase su profesión y se empezara a valorar como debia. Y así lo hizo. Dejó la prostitución y encontró un buen empleo. Y siempre tuvo en su memoria los momentos con Juan.

1 comentario

Anónimo -

No son las situaciones quienes deben marcarnos la vida... sinó nuestra vida quién debe marcar las situaciones; y en nuestra mano está hacer que éstas sean más o menos fructíferas para nosotros.
De nosotros depende todo lo que sintamos y deseemos.
*:):)